La relación entre salud y
nutrición es clara y directa; mantener nuestro organismo con un alto grado de
bienestar y en óptimas condiciones requiere de una serie de hábitos
nutricionales equilibrados y saludables. Estas máximas que nos son inculcadas
desde pequeños empiezan a tambalearse como consecuencia de nuestro ritmo de
vida, malos hábitos adquiridos y el tipo de trabajo que tenemos.
Dependiendo del país en que
vivamos los porcentajes pueden variar, pero la tendencia es clara como marca
los estudios de la OMS (Organización Mundial de la Salud). La mala alimentación
implantada en muchas regiones y que se abre paso rápidamente en otras, provoca
una alta tasa enfermedades crónicas y mortandad.
En los países desarrollados nuestra
dieta contiene en exceso grasas saturadas, se abusa de la sal, se toma
demasiada azúcar y se prefiere la comida preparada o enlatada a perder tiempo
cocinando en casa alimentos no manufacturados. Como consecuencia se eleva el número
de afectados por obesidad, niveles de colesterol alto, hipertensión o diabetes;
desencadenantes de trastornos psíquicos como la ansiedad, depresión o que
provocan riesgos inminentes para la propia vida como los accidentes cardiovasculares
entre otros.
El trabajo que tenemos tiene un
alto impacto y condiciona la manera en que debemos nutrirnos. En la mayoría de
ocasiones ya sea por sus horarios, nivel de exigencia, la manera en que realizamos las tareas o por
su intensidad física; nos requiere un tipo de alimentación específica. Descuidarla
con malos hábitos o con falta de los aportes necesarios nos afecta a corto
plazo en el estado anímico, cansancio y bajos niveles de concentración; a medio
y largo plaza deteriora progresivamente nuestro grado de bienestar y salud.
- - Los trabajos con escasa actividad de carácter
físico, pongamos como ejemplo a oficinistas o conductores, donde prevalece el
estar sentado durante prácticamente la totalidad de la jornada laboral, es
evidente que requieren de un tipo de alimentación aunque adaptada a las
particularidades de cada individuo con bajo aporte calórico. La ensalada, el
arroz o la pasta, además de alternar carne y pescado; junto a la realización de
alguna actividad física de 2 a 3 veces en semana nos mantendría en este caso en
una adecuada condición física.
- - Los trabajadores con turnos variables o con
horarios especiales, como es el caso del personal sanitario, requiere
establecer un sistema de comidas semanal con por ejemplo la ayuda de cuadrantes
adaptándolo a las jornadas previstas. Es necesario evitar en estos casos
desordenes o desequilibrios en los aportes nutricionales como consecuencia de
la falta de una rutina especifica.
Las empresas tienen
necesariamente que aportar soluciones, involucrarse a todos los niveles organizativos
y promover campañas de hábitos alimentarios saludables, ya que la salud de sus empleados está en
juego. Se pueden establecer medidas como
espacios de comedor correctamente equipados con pausas de comida suficientes y
una oferta variada de menús saludables (con distintos tipos de frutas,
ensaladas y menos alimentos fritos o precocinados) aplicando un sistema de
vales de comida.
Como complemento a las propuestas
del apartado alimenticio se debe promover programas que fomenten un estilo de
vida activo o actividades de
esparcimiento y eliminación del estrés; todo ello en función del tipo trabajo
diario que realicen los empleados. Todas estas medidas deben ser vistas como
una inversión y no como un gasto a asumir, ya que redunda directamente en sus
niveles de productividad y consecución de objetivos empresariales.
En definitiva son factores que en
su aplicación práctica han demostrado en infinidad de organizaciones en
distintos países, un mayor grado de satisfacción, un óptimo nivel rendimiento y disminución de los procesos de
enfermedad registrados en las plantillas.
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